La historia de un astronauta diminuto que da con sus huesos en la Tierra y tiene que aventurarse en ella con la ayuda de criaturas todavía más pequeñas no es precisamente nueva en el mundo del videojuego: al escuchar esa premisa nuestra cabeza se va directamente a pensar en la saga Pikmin, aunque hay muchos otros proyectos que han trabajado con esa idea de protagonistas pequeños en escenarios gigantescos inspirados en nuestros espacios cotidianos. Tinykin va precisamente de eso, de un astronauta minúsculo que aterriza en nuestro planeta buscando los orígenes de su civilización, que es exactamente igual a la humana pero de un tamaño mucho menor.
Pese a las obvias similitudes, Tinykin no parece tener ningún miedo a ser comparado con Pikmin; sus desarrolladores, el estudio francés Splashteam (creadores de Splasher) han sabido apoyarse en esa popular idea para posteriormente encontrar su propio y divertido tono. En esta aventura, además, jugamos en unas tres dimensiones combinadas con la bidimensionalidad de los personajes que nos encontramos en sus múltiples escenarios. Editado por TinyBuild, y disponible de lanzamiento en Xbox Game Pass, este título se ha convertido en toda una sorpresa a la que es fácil entrar por lo simpático de los gráficos pero que nos acabará cautivando por su emocionante historia y su magnífico diseño de niveles.
Viajando al mundo pequeñito
En Tinykin nos ponemos en la piel de Milo, un pequeño ser que aterriza en la Tierra dándose cuenta de que todo aquí es inmenso para la gente de su tamañoVenir de Tragamonedas Gratis Online. Está solo, con la nave y el traje rotos, aunque rápidamente encuentra ayuda en los insectos que habitan la casa en la que ha caído por casualidad. Allí le explican que para volver a su planeta debe recuperar las piezas que le permitirán crear un nuevo vehículo espacial. Todas esas piezas son pequeños objetos de nuestro día a día (gafas, embudos) que habrá que recuperar en cada uno de los varios niveles en los que se divide el juego.
Aunque no destaca por tener un alto número de niveles, cada uno de ellos es sorprendentemente grande y está plagado de recovecos en los encontraremos objetos ocultos y coleccionables varios. La misión principal suele estar bien visible al principio de cada escenario, pero si somos curiosos no tardaremos mucho en desviarnos de ese camino para explorar a fondo cada rincón; los niveles están diseñados para eso, para dejarnos jugar sin ningún tipo de cortapisas, y los propios movimientos del personaje (que puede saltar, planear y deslizarse en una pastilla de jabón a modo de skate) nos animan a juguetear con las posibilidades.
Los tinykin, esas pequeñas criaturillas con poderes
Por supuesto los tinykin, criaturillas que dan nombre al juego, son una parte fundamental tanto del movimiento en el escenario como de la resolución de puzles y plataformas que nos encontraremos por el camino. Tal y como ocurre en Pikmin, cada uno de estos seres tiene una habilidad propia: cargar con peso, explotar, formar columnas por las que trepar o conducir la electricidad. Vamos desbloqueando nuevos tipos en cada nuevo nivel, lo que actualiza la forma de jugar cada poco tiempo. En ese sentido, Tinykin es una experiencia verdaderamente estimulante porque no deja de ofrecernos nuevas maneras de afrontar la exploración de su mundo diminuto.
Eso sí, en cada nivel habrá que buscar a los tinykin porque no nos siguen de un escenario a otro, sino que la cuenta se reinicia cada vez que cambiamos de zona. Esto ayuda a controlar el progreso del juego y nos anima a encontrar a todos estos pequeños aliados antes de abandonar el nivel: hay actividades secundarias que sólo podremos completar cuando tenemos un determinado número de Tinykin de un tipo en concreto, así como algunos secretos para los que tendremos que estrujarnos la mollera (sin mucha exigencia, todo hay que decirlo). Encontrar todo este tipo de cosas ocultas se convierte casi en la mejor parte del juego, y multiplica de paso las alrededor de 6 horas que puede durar una partida lineal a tiro hecho.
Jugabilidad pulida y brillante dirección audiovisual
Si escudriñar los escenarios es la mejor parte de Tinykin es precisamente porque su jugabilidad está definida de una forma brillante. Los controles con mando son fantásticos, ofreciendo una fluidez inesperada tanto en la interacción con su mundo (para usar a los tinykin sólo tenemos que apuntar y lanzar, nada de ruedas de selección) como en el propio esquema de movimientos: en concreto, deslizarse con la pastilla de jabón, aprovechando raíles y saltando por el escenario, es especialmente gratificante. Quizás se echa en falta algo más de precisión en el plataformeo, pero nada grave teniendo en cuenta que no es demasiado exigente en ese aspecto.
Otro de los puntos que menos nos ha cautivado de este juego es el ritmo que le da a su relato, una historia que además tampoco termina de estar del todo bien asentada: es un hilo conductor que parece más una excusa narrativa para la jugabilidad que una historia como tal, algo que no está mal per se pero que sí choca al comprobar todo el protagonismo que tiene dentro de la experiencia. Curiosamente, el mundo del juego sí nos ha parecido tan simpático como sus mecánicas, y hablar con los habitantes de las ciudades mientras descubrimos cómo han consolidado una sociedad con nuestros objetos cotidianos (macetas, libros, rollos de papel higiénico) convierte al juego en una de esas obras a las que es fácil cogerle cariño.
Por último, no podemos acabar sin alabar el cuidado apartado audiovisual de Tinykin. Su dirección artística está pulida hasta el más mínimo detalle, destacando lo bien que funciona la mezcla entre la profundidad de sus exuberantes mundos 3D con la sencillez de los diseños 2D de los personajes; este último estilo también está muy bien aprovechado en breves cinemáticas que aparecen de vez en cuando, que bien podrían pertenecer a una serie de animación. También su diseño sonoro es especialmente bueno, tanto en la propia música como en los simpáticos efectos de sonido que no paran de sonar durante toda la aventura. Además hay un trabajazo en la inmersión a través del audio, con la música sonando hueca cuando nos metemos debajo de una alfombra, por ejemplo, o las notas del tema principal cambiando a algo más tenue cuando entramos en una iglesia.
Conclusiones
Incluso conociendo de antemano el proyecto y teniendo muchas ganas de jugarlo, Tinykin ha conseguido superar nuestras expectativas más optimistas al ofrecer una divertidísima aventura que sabe actualizar la fórmula de los plataformas clásicos en tres dimensiones. Lo más atractivo, lo que nos hizo fijarnos en él, fue sin duda su apartado gráfico que combina 3D y 2D; pero eso ni siquiera ha acabado siendo lo mejor del juego, ya que también excelente en diseño de niveles y escenarios, así como en lo bien que se siente la jugabilidad y la cantidad de objetivos que esconde en cada uno de sus mapasVenir de Tragamonedas Gratis Online. Sólo podemos achacarle cierta falta de ritmo en una historia no demasiado conseguida, algo que suple con un simpático guión que nos hará cogerle cariño a su universo y personajes. Toda una aventura que nos hace recordar a las mejores entregas de Mario, Banjo-Kazooie o cualquier plataformas en tres dimensiones que os haya marcado. No os lo perdáis.
Hemos realizado este análisis en PC con un código para Steam proporcionado por TinyBuild.